Nakayama Fumika y yo trabajamos horas extras hasta altas horas de la noche. Me di cuenta de que ya era hora del metro. Mi colega me invitó a pasar la noche en casa, pero cuando llegué a su casa, ella ya se había duchado y se había cambiado de ropa. Ella se sorprendió. Cuando estuvo en mi presencia, todavía era libre de usar ropa interior, lo que me hizo la boca agua y al final no pude soportarlo más y corrí hacia ella como un tigre hambriento.
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