Me sentí disgustada con mi suegro, pero no podía decírselo, sentía un dolor extremo. De repente, mi marido se fue de viaje de negocios y tuve que pasar la noche sola con mi suegro, tuve una corazonada. Mi suegro, que se hacía pasar por dormido, penetró en mi colchón. Porque la lengua húmeda de mi suegro, que muchas veces espiaba a mi marido haciendo el amor y conocía bien mi cuerpo, me estimulaba a arrastrarme por toda mi zona eréctil.
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